jueves, 21 de enero de 2016

EL JUEGO Y LA MAGIA III

Parece que la bodega de un caballero había sido robada, despojándosela de dos docenas de botellas de vino que los ladrones se llevaron, y que podrían haber conservado si hubieran sido tan expertos en división como lo fueron en su extracción.

Robaron una docena de botellas de cuarto, y una docena de botellas de una pinta, de champagne, pero encontrándolas demasiado pesadas para cargar, procedieron a reducir el peso bebiéndose cinco botellas de cuarto y cinco de una pinta, brindando por el éxito de sus respectivos candidatos en las próximas elecciones de concejales.

Para no dejar rastros, y también a causa de su valor, se llevaron con ellos las botellas vacías. Al llegar a su lugar de cita, sin embargo, no pudieron dividir equitativamente los siete cuartos llenos y los cinco vacíos, y las siete pintas llenas y las cinco vacías, para que cada uno dispusiera de los mismos valores en vino y en botellas. Tal vez la división no hubiera sido tan difícil si no hubieran bebido tanto como para obnubilar sus cerebros.

[...] Les pido que me digan cuantos ladrones habían, y como podrían haber dividido sus siete botellas de cuarto de vino y sus siete de una pinta de vino, y las cinco botellas de cuarto vacías y las cinco botellas de una pinta vacías de modo que cada uno de los hombres recibiera una parte equitativa. Por supuesto, se supone que no se puede transferir el vino de una botella a otra. 

[...] 

Sam Loyd (recopilados por Martin Gardner), Los acertijos de Sam Loyd, Dover (1959; el problema está sacado de la edición de Granica Ediciones, 1988).