viernes, 21 de junio de 2019

LA MOTRICIDAD FINA EN LOS MAGOS

Si entendemos por motricidad la capacidad de manejar objetos en general, la motricidad fina se refiere a mover objetos en la punta de los dedos y con la punta de ellos. Conforme nos hacemos mayores perdemos facultades y, con ellas, la motricidad fina que hemos adquirido durante la juventud.

Hay algunas personas que empiezan en el mundo de la magia a partir de los 35-40 años y por mi humilde experiencia está demostrado que no puedes enseñarles determinadas técnicas de motricidad fina, como son el salto, la cuenta con el dedo meñique o, si más no, tienes que dedicarles muchas horas para que consigan obtener esa habilidad. Hay algunos magos que no son muy dados a tener la motricidad fina muy desarrollada, pero en cambio desarrollan el ingenio de sus ideas y basan su magia en la construcción de sus juegos. Si a eso le sumamos una buena estructura en su actuación, podemos igualmente obtener una buena sesión de magia, tengamos la edad que tengamos. También la memoria, como fuerza motriz del pensamiento, va menguando con la edad y no puedes recordar con sumo detalle cosas que han sucedido hace más de 25-30 años. Claro, que cada persona es un caso y puede haber excepciones que confirmen la regla. Pero en la mayoría de los casos, mi experiencia me dice que es así, triste pero real. Con la edad adquieres experiencias y sabes adaptar tu repertorio profesional en función de las necesidades que puedes cubrir y, es bueno que pasado los 50 años consideremos la opinión de los magos expertos que dicen que la magia tiene que ser una cosa sencilla, que hay que llegar a la elegancia de la sencillez, que lo importante es el efecto, la actitud y, por encima de todo, la personalidad del propio mago.

Hace años, hablando con un amigo mago, le comenté que la magia era como la educación física y aunque hubieras practicado y dominado algún deporte, con el tiempo se tiene una cierta tendencia a utilizar más el ingenio y la picardía. Es por esto que en nuestro repertorio y conocimiento debemos estar preparados para cuando lleguemos a una determinada edad, por si queremos seguir impresionando a la gente con nuestros efectos. Yo recomiendo que en vuestra juventud, y espero que lo hayáis hecho, nutrido vuestro cerebro con una buena cantidad de efectos automáticos y matemáticos, o si más no, con efectos que requieren tan solo un mínimo de destreza, para recuperarlos cuando sea necesario y os falle la motricidad fina.

El mago inglés John Carey es muy consciente de esto al igual que lo es Steve Beam y, por supuesto, Roberto Giobbi. Recomiendo encarecidamente las lecturas de al menos estos tres magos juntos con las de Alfredo Florensa (e.p.d.), para cuando como he dicho anteriormente, no estéis en condiciones de asumir riesgos en vuestra técnica llegado el momento.

Este procedimiento de análisis de la conducta humana, os puede llevar a desarrollar y mejorar vuestro ingenio durante la juventud y, probablemente, podáis combinar ingenio y habilidad mientras seáis capaces. Puede que algunos piensen que es una filosofía Zen y, que todo lo que estoy diciendo, sea producto solo de mi imaginación. Cuando llegue el momento que tengáis cierta edad, seguramente os acordareis de mi, de mis palabras y valoréis la experiencia y conocimientos de los magos clásicos que basaban su magia en lo sencillo, pero no por ello menos efectivo en cuanto a la emoción mágica se refiere. Es a partir de los 50 años que la personalidad escénica de un mago se define por completo, y por supuesto, es un tanto absurdo intentar empezar a aprender técnicas complicadas pasados los 50 años. Algunos alumnos que he tenido lo han pretendido y pese a mis esfuerzos, un 60 % no lo han conseguido en su totalidad. En su lugar, hemos tenido que buscar técnicas alternativas para llegar al mismo efecto, dándose la circunstancia de que por las condiciones intrínsecas del juego y su construcción, no se llega a alcanzar el efecto tan puro que la versión original describía. Quien ha basado su magia en la elegancia de la sencillez durante toda su vida, ya tiene mucho ganado pues solo se verá limitado de hacer magia si cuando está en una edad avanzada sufre de algún trastorno psicomotriz.

La vocación, el entusiasmo, la actitud y perseverancia en la vida, hace plausible las diferencias entre un aficionado y un profesional, y de la misma manera que trabajar casi a diario te da más tablas y puedes ejecutar consecuentemente tus juegos con soltura despistante, también puedes dar tu vida por la magia muriendo con las botas puestas.

Hasta el próximo mes amig@s.

Sinceramente,

Francesc-Amílcar Riega i Bello