jueves, 21 de abril de 2022

LA MAGIA DE LA VIDA

Desde muy niño, estuve obsesionado con la figura carente de mi padre y conforme pasaba el tiempo, más le preguntaba a mi madre por él. Si bien ella, me explicaba que se habían separado por una cuestión de incompatibilidad de caracteres, siempre quise saber algo más. Era una cuestión que me tenía atormentado durante la adolescencia y también en mi juventud. Sólo tenía contacto con un hermano de leche de mi padre, que todavía residía en Barcelona y cuyo nombre era Dr. Julio Bracamonte(EPD), urólogo de profesión. Este doctor siempre fue un auténtico caballero, tanto con mi madre, Mª Teresa Bello Corón(EPD) y con mi mismo, ya que en varias ocasiones, me demostró su cariño y buenas intenciones por resolver el dilema que en mi personalidad afloraba. Aunque esto último no estaba en sus manos, siempre nos recibía con mucho cariño.


Pasados los años y ya en una edad adulta, mi madre rehízo su vida con una nueva pareja llamado Antonio Martín Martín(EPD), que se comporto con mi madre y conmigo de una manera ejemplar de manera indefinida, haciendo de padre en cualquier situación que adversamente se presentaba. No obstante, siempre tuve la melancolía de disfrutar en vida del cariño de mi padre biológico y no lo conseguí. Luche durante años por conocer su paradero, hasta que en uno de mis viajes con motivo de mi profesión junto a Pepe Carroll(EPD), logre ubicarlo en la provincia de Cádiz, buscando en la guía telefónica. 


A pesar de todo, y por prudencia, siempre guarde la dirección y número de teléfono, como si de una joya se tratara. No quería herir a mi madre en vida, ni menospreciar la labor de mi padre adoptivo en ningún momento. Aparte de esto, pensé: ¿ Quien soy yo para inmiscuirme en otra familia ? En ningún momento, se me ocurrió meterme en la vida de mi padre biológico(EPD), sino era por su propia voluntad. Como esto no resultó ser así, de ésta manera, permanecí al margen amparado en el recuerdo de cuando nos visitó en Barcelona al tener yo 14 años de edad.


Cuando falleció mi madre, me puse en contacto telefónico con la familia de mi padre y ante la sorpresa de su esposa y la consiguiente incredulidad, decidí llamar a una hora en que pudiera encontrar a mi padre biológico. Su respuesta ante el fallecimiento de mi madre, estuvo completamente fuera de lugar y sin sentido, y fue esta la razón por la que a través de un bufete de abogados formado por dos íntimos amigos de por vida, se envió un requerimiento notarial, para una posible entrevista con él y para conocer las consecuencias de mi filiación. Evidentemente, no respondió a mi requerimiento y por falta de documentación, se desecho la posibilidad de una prueba de paternidad. Pasaron unos cuantos años más y con el inicio de las redes sociales, logré contactar con mi hermano paterno, fruto de un posterior matrimonio de mi padre con una señora de ARCOS DE LA FRONTERA. Escribí a mi hermano en privado por Facebook un mensaje y aún a pesar de mi único interés altruista, tampoco obtuve respuesta. 


Seguí buscando a mi hermano paterno, pero me fue imposible contactar con él en diferentes lugares donde había ejercido su profesión. Al final y muy a mi pesar, desistí en la búsqueda por considerar que era una cuestión absurda. Si no era el quien tenía la inquietud de reencontrarse consigo mismo y su familia, fuera quien fuera que le había escrito, debía respetar su criterio. Me consta que por instinto, la curiosidad es más fuerte que la voluntad y que por tanto, leyó mi mensaje que en su momento le mande por Facebook. Por supuesto, después le solicite amistad y también me fue denegada, ya que me tenía bloqueado. Aquí fue cuando llegué a la conclusión y certeza de que efectivamente, había leído mi mensaje con anterioridad.


La cuestión es que, por diversos motivos, pero principalmente, para no atormentarme más, decidí abandonar la cuestión y darla por cerrada definitivamente. Probablemente, debería haber insistido más, pero mi conciencia me decía que ya había llegado al final del camino que me estaba permitido recorrer. Nunca pensé, que debería haber buscado bajo una perspectiva diferente y remitirme al resto de la familia en la localidad natal de mi padre, puesto que sabía que tenía varias hermanas en vida todavía. No fue mi intención despreciar a todas aquellas personas, que también debían merecerme todos los respetos. Sencillamente, me equivoqué en el enfoque de la situación.


Por fin, este pasado 31 de marzo y como si se tratara de una bendición, recibí un mensaje en Facebook de una bellísima persona, a la cual le extrañaba que hubiera un perfil con el mismo nombre y apellido que su abuelo. Si bien en principio, desconfié de que pudiera ser una intromisión absurda, en el transcurso de la conversación, me di cuenta de que se trataba de un familiar lejano y totalmente fiable, pues los datos concordaban a la perfección. Fue el talante honesto y su manera de dirigirse con el máximo respeto hacia mi, lo que provocó que ganara en credibilidad.


Siempre estaré agradecido, por la valentía, determinación e iniciativa, el hecho de que se pusiera en contacto conmigo. Finalmente y tras diversas conversaciones intensas en estos últimos días ha resultado ser mi prima hermana paterna. Una persona encantadora a la que he tenido durante la primera semana completamente acosada a preguntas y llamadas frecuentes, hasta que me he dado cuenta de que debía aflojar la frecuencia de comunicación, para respetar el derecho a la intimidad de su propia familia. No obstante, ella nunca me ha reprochado nada y en todo momento ha estado a la altura de las circunstancias, detalle que valoro enormemente.


Desde aquí, quiero agradecer a la vida y a Dios, el poder saber que tengo a alguien de mi familia paterna que me reconoce como tal y que me brinda su cariño, humanidad y respeto que creo, merezco legítimamente, después de todos estos años de búsqueda incansable. Esto era lo único que yo pretendía en todos estos años pasados, en los cuales estaba buscando a mi padre y demás familia, sin ningún tipo de interés de otro tipo.


Actualmente, siento una profunda felicidad por haber alcanzado éste objetivo que creía nunca iba a conseguir, y esta felicidad que me ha sido devuelta como acostumbran a hacer las leyes divinas, pienso agradecerla como se merece esta persona y su familia. También he pensado en viajar a su país, para hacerles una visita junto a mi esposa Carmen Hernandez Enriquez, aunque por cuestiones geográficas y de altura con respecto al nivel del mar, va a ser prácticamente imposible. Ahora bien, si pudiéramos encontrarnos en una ciudad que no superase los 1.000 metros de altura con respecto al nivel del mar, no tendría inconveniente en hacerlo sin dudarlo.


Siempre he tenido la intuición que la esencia y procedencia de la magia es femenina y desde éste escaparate al mundo, sólo puedo decir : " GRACIAS SORAYA ".


FRASE DEL MES: " A veces Dios cierra una puerta, pero siempre abre una ventanita."


Hasta el próximo mes amig@s,


Sinceramente,


F. Amílcar Riega i Bello.