domingo, 21 de agosto de 2022

NADA QUE DECIR EN ABSOLUTO

 Lo que más me gusta de empezar a escribir sin saber lo que voy a decir, es la velocidad a la que trabajan las neuronas para inventar un personaje, conflicto o historia de ficción. No obstante, si tenemos en cuenta lo que vamos a decir, nuestras ideas no fluyen rápidamente y de la misma manera como en el primer supuesto, que garantiza el éxito del escrito. Todo debe tener una coherencia y los elementos deben surgir espontáneamente como si de aspectos invisibles se tratara. No es fácil escribir un texto que a la vez sea coherente y hable por ejemplo, de una situación de ficción. Un texto de ficción debe tener como factor determinante, la invisibilidad de sus intenciones y en ocasiones, también un poco de falta de coherencia con respecto a los personajes o conflicto principal de la trama.


Una vez aclarado este primer punto de vital importancia para la comprensión de todo el escrito, es necesario recalcar, que sin la coherencia; el escrito no tendría ningún sentido ni ninguna importancia en la trama de la supuesta argumentación del conflicto principal. Los personajes también deben caracterizarse y armonizar con los elementos que decoran el articulo en cuestión. Si bien, lo que siempre debe tenerse presente es el conflicto, no es esto lo más importante. Lo más importante es el envoltorio de aquello que se quiere decir de una manera sucinta en la complejidad del texto. Un artista, siempre debe comunicarse de la manera más clara y diáfana posible ante su público, por lo tanto, es de vital importancia que el público sepa reconocer el tono de voz del intérprete cuando se interpreta una pieza debidamente.


Si el conflicto principal no existiera, no tendríamos motivo para generar interés en cualquiera de los personajes de la obra. Ya que de esta manera, no tendrían sentido de ser solo por el hecho de tener un nombre propio. No por introducir más personajes en una obra, el conflicto gana en su fuerza ni genera más suspense en la resolución final, ni aclara mínimamente cual es la razón que se está tratando. Muy al contrario, hace el texto más confuso y, como diría Dai Vernon: "Confusión no es magia". También podríamos añadir a esto que el espectador debe tener la profunda convicción de que el efecto valdrá la pena en cuanto a su intensidad y a su calidad. Como decía J. N. Hofzinser: "Sin convicción, no hay ilusión". 


Aclarado también este segundo punto, ya podemos centrarnos definitivamente en lo más importante de todo el texto, que cómo he dicho antes, es la coherencia y armonía de todas las acciones principales y finales que se desarrollan en la obra. Bien entendidos estos términos, ya podremos construir el esperado desenlace al conflicto principal, o conflictos adyacentes si los hubiera, de manera que esa misma obra tuviera una armonía o comprensión en su desenlace. Es de vital importancia, entender el significado exacto del conflicto principal de una manera racional y sin que intervenga ningún factor externo como propio.


El desenlace de una obra, puede ser o más bien mágico o dramático, con lo cual, de ello dependerá el enfoque que queramos darle según nuestra propia personalidad. Cómo más adaptemos el texto a nuestra personalidad, más ganaremos en naturalidad de interpretación y mayor será el contraste entre el personaje, el conflicto y el desenlace. Por supuesto, siempre hay que llevar a buen fin, con las técnicas que se dominan, el efecto deseado en cada obra o secuencia (según decida llamársele) con el método más sencillo, que acostumbra siempre a ser el más elegante y más inteligente de entre todas las soluciones posibles.


No os habéis planteado nunca que, escribir por escribir, no quiere decir nada en absoluto y que el escrito que habéis leído, podría no significar nada. Al igual que algunos políticos cuando dan un discurso que anteriormente han preparado y cocinado adecuadamente, pero del que no recuerdan nada, pero nada en absoluto en el momento de dirigirse al pueblo, esto podría parecerse en mayor parte a Pepe Isbert en "Bienvenido Mr. Marshall ". No sería fantástico teneros entretenidos, amparado en mi credibilidad personal, durante algo más de 5 minutos, que es lo que se tarda en leer el texto, para hacer trabajar sencillamente las neuronas, solo por el placer de que mentalmente se ejercite el sistema nervioso central como ejercicio mensual.


Frase del mes: "Yo solo sé, que no sé nada". Sócrates.


Hasta el próximo mes, amig@s.

Sinceramente.


Francesc-Amílcar Riega i Bello.