sábado, 21 de diciembre de 2019

LA VIDA SECRETA DEL CEREBRO



DEL CEREBRO A LA MENTE: LA NUEVA FRONTERA


El cerebro humano es un maestro del engaño. Crea experiencias y dirige actos con la habilidad de un mago y nunca revela cómo lo hace; mientras, nos da una sensación de falsa confianza en que sus productos -nuestras experiencias cotidianas- revelan su funcionamiento interno. La alegría, la tristeza, la sorpresa, el miedo y otras emociones parecen tan distintas y  tan connaturales que suponemos que tienen causas separadas dentro de nosotros. Cuando tenemos un cerebro que esencializa, es fácil que se nos ocurra una teoría de la mente errónea. Después de todo, somos un grupo de cerebros que intentan averiguar cómo funcionan los cerebros.

Durante milenios, este engaño ha sido, en gran parte, un éxito. Si, las esencias de la mente han ido experimentando un lavado de cara cada siglo o dos, pero en la mayoría de los casos la idea de unos órganos mentales no ha cambiado mucho.* Abandonar estas esencias sigue siendo un reto, porque el cerebro está cableado para categorizar, y las categorías crean esencialismo. Cada sustantivo que pronunciamos es una oportunidad para inventar una esencia sin tener la intención de hacerlo.

Poco a poco, la ciencia de la mente está prescindiendo, por fin, de sus "ruedines" auxiliares. El cráneo ya no ese el campo de fuerza que fue antaño, ahora que la tecnología de la imaginología cerebral puede observar de manera inocua el interior de una cabeza humana. Nuevos dispositivos portátiles de  medición trasladan la psicología y la neurociencia del laboratorio al mundo real. Pero mientras acumulamos petabytes de datos sobre el cerebro con nuestros juguetes tecnológicos del siglo XXI, los medios de comunicación, los inversores de riesgo, la mayoría de los libros de texto y algunos científicos siguen interpretando esos datos con una teoría de la mente del siglo XVII (después de haber adoptado una versíón de la frenología mejorada y más elaborada desde Platón 1.0). La neurociencia nos ha ofrecido una comprensión mucho mejor del cerebro y de su función que la que nunca nos ha podido ofrecer nuestra propia experiencia, y no solo para las emociones, sino también para todos los sucesos mentales.

Si he cumplido bien mi cometido, el lector se habrá dado cuenta de que muchos hechos sobre las emociones que se dan por ciertos en libros de texto y en medios de comunicación populares son muy dudosos y se deben reconsiderar. A lo largo de estas páginas, hemos visto que las emociones forman parte de la estructura biológica del cuerpo y el cerebro del ser humano, pero no porque tengamos unos circuitos dedicados a cada una de ellas. Las emociones son el resultado de la evolución, pero no como esencias transmitidas desde algunos animales ancestrales. Experimentamos emociones sin esfuerzo consciente, pero eso no quiere decir que seamos recipientes pasivos de esas experiencias. Percibimos emociones sin instrucción formal, pero eso no significa que las emociones sean innatas o independientes del aprendizaje. Lo que es innato es que los seres humanos usamos conceptos para construir realidad social y que, a su vez, la realidad social cablea el cerebro. Las emociones son creaciones muy reales de la realidad social, creadas por cerebros humanos junto con otros cerebros humanos.

En este capítulo final utilizaremos la teoría de la emoción construida como una linterna para enfocar temas más amplios de la mente y el cerebro. Examinaremos detenidamente el cerebro predictivo y todo lo que hemos aprendido sobre él, como la degeneración, los sistemas centrales y el cableado para el desarrollo de conceptos, para ilustrar la clase mente que es más probable que surja de esta clase de cerebro. Analizaremos qué aspectos de la mente son universales o inevitables y cuáles no, y lo que esto significa para una comprensión más amplia de los demás y de nosotros mismos.


*En pocas palabras, la idea de que los conceptos dependen de la experiencia (empirismo) sigue siendo una idea derrotada por la creencia de que los conceptos son algo intrínseco, bien porque estamos dotados de ellos (nativismo), bien porque surgen de la intuición o la lógica (racionalismo). Cada intento del empirismo ha fracasado de un modo u otro, desde los filósofos asociacionistas del siglo XVII hasta los conductistas del siglo XX.



Texto extraído del libro:"LA VIDA SECRETA DEL CEREBRO", de Lisa Feldman Barrett.

ISBN: 978-84-493-3425-2


Hasta el próximo mes amig@s.

Francesc-Amílcar Riega i Bello