miércoles, 21 de julio de 2021

FALSAS MEMORIAS

 FALSAS MEMORIAS


Si bien el título de este artículo proviene del ámbito científico, como es la Neurociencia, este es un término acuñado para comprender mejor el significado de una serie de acciones mentales que los magos llevamos utilizando mucho tiempo atrás, antes de la Neurociencia en sí misma. De la misma manera que Arturo de Ascanio acuñó términos para definir acciones o conceptos que los magos utilizaban en su repertorio profesional para entender mejor el proceso mental y de construcción de los juegos que se realizaban en la magia, he querido respetar la ardua tarea que han realizado estos neurocientíficos para explicar, posteriormente, como lo hemos estado utilizando los magos anteriormente y, en un futuro, podremos desarrollarlo entendiendo mejor el porqué del concepto en sí mismo.

Imaginemos por un momento que un espectador elige una carta al azar y que, a continuación, el mago revela que esa carta aparece sorprendentemente dentro de la cartera en un sobre sellado y lacrado. Este sería el claro ejemplo de una carta elegida y no de una carta pensada. Podríamos reconducir el método desde un punto de vista psicológico para hacer creer al público que esa carta, que aparece dentro del sobre y en la cartera, fuera una carta pensada, con lo cual, el efecto tendría más fuerza. Esto se conseguiría mediante la utilización, en la construcción de la charla utilizando una falsa memoria diciéndole en el momento de elegir la carta que piense en ella. A continuación, se perdería la carta por la baraja hasta llegar a crear la falsa memoria de que probablemente la carta elegida la ha visto, en lugar de elegirla y tocarla físicamente. Más adelante, en la construcción del juego, como el espectador ha estado pensando y recordando su carta, podría hacerse hincapié en que el espectador estaba pensando la carta y, posteriormente, en el momento de recapitular lo que hemos hecho recalcando la situación inicial, también se podría hacer creer la público, mediante la charla, que el espectador pensó en su carta, la visualizó y, una vez guardada la baraja en el bolsillo, presentar el efecto de que una carta pensada aparece finalmente dentro de la cartera. No haría falta firmar la carta por parte del espectador, puesto que esto daría pistas de que el espectador ha tocado en algún momento la carta y, aunque viaja esta a un lugar insospechado como es la cartera, restringiría un poco la fuerza de la creación de la falsa memoria en la charla.

Pasemos a un segundo ejemplo, ya que este nos acerca más al fenómeno de la carta pensada. Se da a elegir una carta que el espectador solo ve y, a continuación, se le pide que piense en ella. Llegado a este punto, como el espectador no ha tocado la carta y mucho menos ha sido firmada, se le dice que la recuerde para posteriormente recalcar la situación inicial del juego y recordarle, también, que en lugar de ver la carta la tiene en su mente y, por tanto, construimos ahora esta falsa memoria en el hecho de que la carta también ha sido pensada. Al hacerla aparecer de la cartera, en el interior del sobre sellado y lacrado, tendrá más fuerza y emoción mágica si antes del efecto hacemos especial hincapié en el hecho de que la carta fue pensada y no vista. Finalmente, haremos aparecer la carta de dentro de la cartera y dentro del sobre sellado y lacrado. Como la carta no está firmada, al espectador solo le queda la opción de pensar que se trata de una predicción y, por tanto, de un efecto mental, sugiriendo la idea a todo el público y haciendo de este juego un efecto más impactante.

Nos queda la tercera opción, cuando la carta es realmente pensada y estas utilizando una baraja ordenada. Sea el método que sea nunca nos planteamos el hecho de dar a firmar la carta, aún a pesar de poder viajar a un lugar insospechado, como es el interior de la cartera y del sobre, sino que en la mayoría de los casos revelamos la carta pensada de una manera más directa, puesto que tenemos la seguridad y no necesitamos recapitular el proceso seguido en la elección de la carta para recalcar la situación inicial del procedimiento en cuestión. Aquí, aún a pesar de no necesitar crear una falsa memoria, debemos hacer también especial hincapié en que la carta fue pensada y que ahora ha viajado al interior de la cartera, o mejor dicho, hacer la predicción de la carta que tú ya tenías en el sobre sellado y lacrado, en el compartimento destinado a tal efecto en tu cartera.

Este ha sido un ejercicio para poner a prueba la concepción mágica de muchos de nosotros mismos como intérpretes de un mismo juego y de como utilizar en determinados momentos esas falsas memorias para conseguir el máximo efecto en la elección de una carta libremente elegida. En este caso, debe intentarse hacer creer al público que la carta ha sido siempre pensada. En cualquiera de las tres opciones que elijamos, debemos intentar que se recuerde que la carta ha sido pensada a la hora de recalcar la situación inicial. Es así como utilizando cualquiera de los tres métodos, conseguiremos el mayor de los efectos con la ayuda de las falsas memorias, la construcción del juego, recordando la situación inicial (falsa memoria) y conseguir la emoción  mágica deseada.

Mi conclusión, es que hay veces que nosotros mismos no somos conscientes del potencial que tiene el hecho de crear estas falsas memorias e, incluso, utilizando la técnica del sordo como lo hace Juan Tamariz, aunque en realidad la esencia y la idea original es de Harry Lorayne, publicada en su libro LA CARTOMAGIA DE CERCA, mucho antes de que la Neurociencia pusiera nombre a determinadas técnicas que utilizamos los magos, como pueden ser estas falsas memorias.

En el supuesto de que utilicemos un forzaje para la elección de la carta, todavía puedes sustituir el hecho de utilizar una baraja ordenada o incluso al hecho, valga la redundancia, de dar a elegir al espectador una carta entre varias nombradas, al más puro estilo de Dani Daortiz. Hay muchas opciones y métodos que nos permiten hacer desaparecer de la memoria del público la situación inicial real, con lo cual todas podrían considerarse como falsas memorias. Si a esto le añadimos lo que el espectador cuenta a sus amigos que no han visto el juego, creando el efecto alud, podemos hacer que se nos recuerde más por hacer juegos en que adivinemos cartas pensadas y no cartas elegidas, que han sido firmadas y viajan a un lugar insospechado. Nosotros tenemos la elección y libre albedrío de crear nuestro propio estilo y utilizar las armas necesarias según nuestra propia concepción mágica, estilo y personalidad.


Hasta el próximo mes amig@s.


Sinceramente.


Francesc-Amílcar Riega i Bello